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La violencia se encuentra enquistada en muchos aspectos de nuestra vida, aunque hay
un interés creciente en señalarlo solamente en aquellos aspectos que pueden afianzar
una postura ideológica determinada, la mal llamada violencia de género, la violencia
racista, … continuamente son sacadas a la palestra para fomentar políticas ideológicas
determinadas.
¿Porqué no llamar las cosas por su nombre?… “Violencia humana”, todo hombre y
mujer puede en un momento de su vida caer en la trampa de la violencia.
Cuando vas a un campo de fútbol, entiendes este concepto, los hinchas de un equipo
desahogan su furia e histeria acumulada de la semana, con gritos, cánticos, … y una
gran parte de ellos con insultos a todo el que se mueve en el campo que no sea de su
equipo, al que es calvo porque es calvo, al chino porque es chino, al negro porque es
negro, a Mesi o a Cristiano por lo que son, pero especialmente el que se lleva el
premio gordo, es uno en traje de luto que usa silbato, a ese le ponen fino, muchas
veces me he preguntado ¿Quién querría ser árbitro?, no he visto a nadie hoy en día
más vilipendiado e injuriado.
La violencia empieza en los hogares, desde el ejemplo del comportamiento entre los
padres, los niños a la altura de sus rodillas levantan la vista asombrados ante el
espectáculo y reciben como esponjas lo que sucede, una palabra, un grito hiriente o
aún peor un insulto del padre a la madre o vice-versa, golpean al niño con más fuerza
que un obús.


Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es
medicina. Proverbios 12:18
Cuando escuchas de manera pública hablar a los políticos acerca de la violencia,
porqué no empiezan con la violencia verbal, hablar a la cultura o los encargados de
difundirla, que reflexionen, que retrocedan a la idea original de su significado, en la
que creo que las palabras de mal gusto u ofensivas no forman parte de la belleza que
debe evocar una obra de arte.
Tristemente la adolescencia está rodeada de una fuerte influencia de violencia tanto
verbal como visual, ahora más que nunca con videojuegos sangrientos que hacen
recrear y participar una y otra vez a los usuarios de matanzas, o películas gore que
antes eran de escaso alcance mediático, son ahora consumidas de manera masiva por
el público joven.
Vivimos unos tiempos convulsos, en los que un sector de la juventud y la cultura se
levantan para defender la libertad de expresión del rapero David Hasél, aunque
sabemos que su entrada en prisión no responde al último delito de calumnias al rey,
sino a una cadena de antecedentes, echamos en falta voces que recriminen esa voz,
que en ninguna manera puede llamarse cultura, cuando con sus dichos agrede verbalmente, incluso incita a la violencia física hacia otras personas, aunque estas sean dignas de juicios severos por sus conductas.


El Rap, es una voz crítica, pero está asociado al mal hablar, y así pierde su carácter de
arte, bien se puede hacer una voz crítica con elegancia, como se diría en francés
“touché”, y dejar en paños menores al que quiere reírse de la justicia, descubriendo
sus vergüenzas con elegancia, pero con respeto, y misericordia, porque yo podría estar
en la misma piel o en otra peor, si no fuera por la gracia y misericordia de Dios hacia mi
vida, pues no soy mejor que nadie.

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Author: Marcos Díez Jimenez